Actualidad Italiana

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Berlusconitis

di Dante Ruscica

ROMA- El verano se va. Los turistas, de adentro y de afuera, gradualmente se retiran. Se esperan ahora los datos sobre la masiva presencia de este año y sobre “lo que deja” económicamente la temporada turística.

 

Dicen que mucho, porque hubo en serio mucha gente. Pero –agregan los entendidos- que el aporte más relevante vino de afuera, mientras que las presencias nacionales habrían menguado una vez más, como acontece desde hace tres años, a causa de la difusa crisis económica que afecta a tantas familias en Italia y, en realidad, en tanta parte de Europa.

Mientras se esperan los datos del turismo, la que en realidad no parece menguar para nada en Italia es la crisis política: se ha dicho mil veces en todos los idiomas: ¿cómo es posible que el país de Machiavelli –el padre indiscutido de la moderna ciencia política- sigue sin encontrar una fórmula eficiente, concretamente operativa en el contexto de sus instituciones democráticas vigentes?

Gran pregunta. ¿Cómo puede ser?

En el discurso público de todos los “big” nacionales la cosa está clara. Italia necesita reformarse y actualizar sus instituciones. Esta la receta mil veces proclamada dentro y fuera del país. Hay pleno acuerdo hasta ahí. Pero las reformas no arrancan. ¿Está mal una ley electoral que no permite ninguna mayoría parlamentaria? Sí, está mal –dicen todos en coro y agregan que hay que reformarla,como lo dicen hace años. Pero no la cambian. ¿El estado debe reducir su gasto? Sì, es urgente hacerlo, concuerdan en todos los partidos. Pero el gasto aumenta dramáticamente.

Y de qué se habla? En qué está metido el mundo político? Se habla solo del ex presidente de gobierno, leader de los moderados y gran pope internacional en acumular dinero. Se habla de Berlusconi. Siempre de Berlusconi. Sólo de Berlusconi.

El debate actual está trabando toda posibilidad operativa y de progreso del gobierno presidido por un político joven, culto, moderado, correcto y bien intencionado como parece Enrico Letta, pero que no puede operar y vive en la permanente perspectiva de caer de un momento a otro, dejando al país en un dramático vacío, en el contexto de una recesión que sigue poniendo en jaque al mundo productivo peninsular, entre sustos y advertencias de la comunidad europea, de la que Italia es socio fundador.

Y a que se refiere este debate que traba todo?

Bueno, Berlusconi tiene viejas cuentas con la justicia que nunca se resuelven, infinidad de pleitos con acusas gravísimas que van de la confusión de intereses entre público y privado, a la violación de leyes fiscales y a otras historias más privadas que todo el mundo conoce. Un escándalo permanente que hace tiempo cruzó las fronteras italianas. Los amigos del ex Premier hablan de “persecución política por parte de la justicia”, que sería culturalmente de izquierda. La justicia, por su lado, dice que quiere aplicar el Código Penal “igual para todos”. Y se llega a una condena de tercer grado –dos veces confirmada- que no parece dejar salida alguna a Berlusconi: debe dejar por indignidad todo cargo público por evasión fiscal, falta agravada por su condición de leader político y jefe de gobierno en tantos años. Su expulsión de la actividad pública debe ser confirmada, de alguna manera, por el parlamento, por el mundo político. Y ahí viene “la guerra” en acto: la izquierda sostiene que “el aliado” ha pecado y debe aceptar la condena, debe dejar todo cargo: le quiere votar en contra para que sea expulsado del parlamento con toda la deshonra del caso. Los partidarios de Berlusconi ponen el grito en cielo: si la izquierda da ese voto, “nosotros salimos de la mayoría gubernamental”. Es decir harían caer el gobierno Letta del que participan.

De esto y sólo de esto se habla y se debate en Italia este fin de verano, mientras se agravan problemas sociales y económicos con peligro de mayores dificultades.

 

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